Este es el síntoma más común. Si la lesión está en el centro visual izquierdo, los pacientes pueden experimentar hemianopsia homónima derecha, donde no pueden ver objetos en el lado derecho, tienden a desviarse hacia la izquierda al caminar y son propensos a las alucinaciones visuales.
Si la lesión ocurre alrededor de la corteza estriada, los pacientes pueden perder la capacidad de reconocer formas, colores y caras, a menudo necesitando ayuda táctil para la identificación.
Si la lesión está en la unión parieto-occipito-temporal, pueden ocurrir distorsiones visuales, haciendo que los objetos parezcan más grandes o más pequeños, distorsionados en forma e incluso cambien de color.
El hemisferio cerebral izquierdo es el hemisferio dominante, por lo que el infarto aquí puede causar fácilmente trastornos del lenguaje, manifestándose principalmente como alexia y dificultades de lectura.
El infarto del lóbulo occipital izquierdo también puede llevar a trastornos de la memoria, con los pacientes experimentando descensos significativos en la memoria reciente y potencialmente olvidando eventos pasados.
Debido a la incapacidad temporal de recuperarse, la vida normal del paciente se ve afectada, lo que lleva a fluctuaciones emocionales y síntomas como depresión y apatía.
Con respecto al tratamiento, el infarto del lóbulo occipital izquierdo generalmente es tratable, y un número significativo de pacientes puede recuperarse con tratamiento regular sin secuelas duraderas. Sin embargo, un pequeño número de pacientes puede tener resultados de tratamiento deficientes, lo que resulta en secuelas como hemianopsia y reducción de la visión. El efecto del tratamiento está relacionado con la tolerancia isquémica del paciente y la ubicación del infarto.