El estrógeno ayuda a mantener la elasticidad y la humedad de la piel. Cuando los niveles de estrógeno disminuyen, la piel puede volverse seca, perder elasticidad y desarrollar flacidez y líneas finas.
Las fluctuaciones en el estrógeno pueden afectar la calidad del sueño, causando insomnio, sueños vívidos o interrupciones en el sueño.
El estrógeno juega un papel crucial en la regulación del estado de ánimo. Los niveles reducidos de estrógeno pueden causar cambios de humor, como depresión, ansiedad e irritabilidad.
El estrógeno es esencial para regular el ciclo menstrual. Los niveles más bajos de estrógeno pueden resultar en períodos irregulares, flujo menstrual reducido o amenorrea (ausencia de menstruación).
El estrógeno ayuda a mantener la densidad ósea. Los niveles reducidos de estrógeno aumentan el riesgo de osteoporosis, lo que lleva a una mayor probabilidad de fracturas.