Este es uno de los síntomas tempranos más comunes. Los pacientes pueden sentir dolor y rigidez en la parte baja de la espalda o en las nalgas. Este dolor puede empeorar después de estar sentado o acostado durante mucho tiempo, y mejorar con la actividad. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, el dolor puede empeorar gradualmente y volverse persistente.
Los pacientes con espondilitis anquilosante pueden sentir rigidez en la parte baja de la espalda cuando se despiertan por la mañana, lo que puede aliviarse después de un poco de actividad. La duración y la gravedad de la rigidez matutina pueden ser un indicador de la actividad de la enfermedad.
Algunos pacientes pueden experimentar dolor alternante en las nalgas, donde el dolor en un lado desaparece y luego ocurre en el otro lado. Este síntoma puede indicar la afectación de las articulaciones sacroilíacas, un signo temprano de espondilitis anquilosante.
Aunque afecta principalmente a las articulaciones axiales, los pacientes con espondilitis anquilosante también pueden desarrollar artritis periférica, como dolor, hinchazón y movimiento restringido en las articulaciones de la rodilla, el tobillo o la cadera. Estos síntomas pueden preceder a los síntomas de las articulaciones axiales.
Aproximadamente una cuarta parte de los pacientes con espondilitis anquilosante pueden desarrollar síntomas oculares como conjuntivitis o iritis. Estas inflamaciones pueden causar ojos rojos, dolor, visión borrosa o sensibilidad a la luz.
Algunos pacientes pueden experimentar síntomas sistémicos en las primeras etapas de la enfermedad, como fiebre de bajo grado, fatiga, pérdida de apetito y pérdida de peso. Estos síntomas suelen ser inespecíficos, pero pueden estar relacionados con la actividad de la enfermedad.