Usar mancuernas, barras u otro equipo de acondicionamiento físico para levantar pesas puede ejercer presión sobre los huesos, promoviendo un aumento en la densidad ósea.
Ejercicios que utilizan el peso corporal o resistencia externa, como flexiones, dominadas y sentadillas, son excelentes ejercicios de resistencia.
Saltar la cuerda, saltos en caja o realizar saltos en entrenamientos de intervalos de alta intensidad pueden proporcionar un impacto vertical en los huesos, ayudando a mejorar la densidad ósea.
Poses específicas de yoga, especialmente aquellas que requieren equilibrio y movimientos de carga, pueden mejorar la fuerza ósea.
Saltos, sprints y cambios rápidos de dirección en el baloncesto pueden aumentar la presión sobre los huesos, ayudando a mejorar la densidad ósea.
Correr, saltar y el contacto físico en el fútbol también estimulan positivamente los huesos.
Mientras que el ciclismo trabaja principalmente las extremidades inferiores, aumentar la intensidad y la duración del ciclismo también puede tener algún impacto en la salud ósea.
Ya sea usando una máquina de remo o participando en remo en el agua, este ejercicio puede aplicar presión equilibrada a los huesos de todo el cuerpo.