Primero y más importante, los pacientes renales deben seguir las recomendaciones de su médico para determinar su ingesta diaria de agua. El médico proporcionará consejos personalizados según la condición específica del paciente, como el grado de daño renal, la presencia de edema, hipertensión y otros síntomas.
Al monitorear regularmente el peso y la producción de orina, los pacientes pueden evaluar el estado de hidratación de su cuerpo. Un aumento de peso o una disminución en la producción de orina puede indicar la necesidad de ajustar la ingesta de agua.
Evite beber grandes cantidades de agua a la vez. En su lugar, distribuya el consumo de agua a lo largo del día en pequeñas cantidades para mantener el equilibrio de líquidos.
Los pacientes renales pueden necesitar limitar la ingesta de sodio, potasio y fósforo. Por lo tanto, deben elegir fuentes de agua bajas en sodio, potasio y fósforo, como agua purificada o destilada.
Tenga en cuenta el contenido de agua oculta en los alimentos, como frutas, verduras y sopas. Esta agua también debe incluirse en la ingesta diaria de agua.
En climas cálidos o secos, o durante períodos de alta actividad física, puede ser necesario aumentar la ingesta de agua para compensar el agua perdida a través del sudor.
Si ocurren síntomas como sed, labios secos, disminución en la producción de orina o orina de color oscuro, infórmelos a un médico de inmediato.