Los médicos preguntarán sobre el historial médico, incluidos los antecedentes familiares, los hábitos de vida, los síntomas y realizarán un examen físico.
Estos incluyen pruebas de función hepática (ALT, AST, ALP, GGT, bilirrubina total, etc.) y pruebas de marcadores tumorales, como la medición del nivel de alfa-fetoproteína (AFP).
Ultrasonido: Este es un método de detección inicial no invasivo que puede detectar áreas anormales en el hígado.
Tomografía Computarizada (TC): Las tomografías computarizadas proporcionan imágenes más detalladas del hígado y ayudan a identificar el tamaño y la ubicación de los tumores.
Resonancia Magnética (RM): La resonancia magnética ofrece imágenes de alta resolución del hígado, lo que ayuda a evaluar la naturaleza y la propagación del tumor.
Tomografía Por Emisión De Positrones (PET-CT): La tomografía por emisión de positrones combinada con tomografía computarizada evalúa la actividad metabólica del tumor y verifica si hay metástasis a distancia.
El ultrasonido con agentes de contraste proporciona una visión más clara del flujo sanguíneo hepático, lo que ayuda a distinguir entre tumores benignos y malignos.
En algunos casos, puede ser necesaria una cirugía laparoscópica para observar directamente el hígado y otros órganos abdominales y evaluar la propagación del tumor.