En primavera, la alergia más común es la alergia al polen, también conocida como fiebre del heno.
Para las personas con constituciones alérgicas, el polen es un alérgeno común. Los síntomas típicos de la alergia al polen incluyen urticaria, congestión nasal, estornudos, secreción nasal, picazón en los ojos, tos y sibilancias. Es importante tener en cuenta que los síntomas de las alergias al álamo y al sauce son similares a las alergias al polen.
Los síntomas de las alergias al polen suelen ser leves y pueden aliviarse con algunos medicamentos antialérgicos. Si la alergia causa daños al sistema mucoso o hinchazón de los tejidos del cuerpo, se debe buscar atención médica de inmediato. Las alergias graves, como el asma o la urticaria que causan edema laríngeo, pueden llevar a la asfixia y poner en peligro la vida, requiriendo tratamiento hospitalario inmediato.
La mejor manera es evitar los alérgenos. Las personas con constituciones alérgicas deben usar máscaras y mantenerse alejadas de las flores en floración y los árboles de álamo y sauce flotantes. El uso de aislantes especiales en la cavidad nasal también puede prevenir que el polen entre en contacto con las membranas mucosas.
Los niños con sistemas inmunológicos no desarrollados también son propensos a las alergias. Los padres deben estar atentos a si sus hijos muestran síntomas de alergias, especialmente si los propios padres tienen constituciones alérgicas, como rinitis alérgica, eccema o asma, ya que estos pueden transmitirse genéticamente a los niños. Si los niños presentan síntomas como estornudos, secreción nasal o tos, es recomendable consultar a un médico especialista en lugar de usar apresuradamente medicamentos para el resfriado, ya que estos síntomas pueden ser causados por alergias.