Los niveles altos de ácido úrico pueden provocar la deposición de cristales de ácido úrico en las articulaciones, causando ataques agudos de gota caracterizados por un dolor articular severo.
Las articulaciones afectadas pueden volverse rojas, calientes y sensibles al tacto.
La rigidez en las articulaciones afectadas puede dificultar el movimiento.
Algunos pacientes con gota pueden desarrollar sarpullidos rojos y dolorosos cerca de las articulaciones o en la piel, conocidos como tofos.
La hiperuricemia puede afectar los riñones, llevando a la nefropatía gotosa. Los síntomas pueden incluir orina oscura, micción dolorosa, disminución de la producción de orina o proteinuria.
La hiperuricemia crónica puede estar asociada con el síndrome metabólico, aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión y diabetes.
Aunque la fatiga no es un síntoma principal de la gota, la hiperuricemia puede estar relacionada con la sensación de cansancio.