Caminar ayuda a reducir la presión arterial, disminuyendo la presión sobre las paredes de las arterias y previniendo daños vasculares relacionados con la hipertensión.
Caminar regularmente puede mejorar la función cardíaca y promover la circulación sanguínea, ayudando a que la sangre fluya de manera más efectiva.
Caminar mejora la flexibilidad y elasticidad de los vasos sanguíneos, reduciendo el riesgo de arteriosclerosis.
Caminar ayuda a aumentar los niveles de lipoproteína de alta densidad (HDL, o “colesterol bueno”) y a disminuir los niveles de lipoproteína de baja densidad (LDL, o “colesterol malo”), reduciendo la deposición de colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos.
Caminar puede fortalecer la función cardiopulmonar, mejorar la eficiencia del bombeo del corazón y tener un impacto positivo en todo el sistema circulatorio.
Caminar es una actividad relajante que ayuda a reducir el estrés, el cual es considerado un factor que contribuye a las enfermedades cardiovasculares.
Caminar puede reducir los niveles de inflamación en el cuerpo, siendo la inflamación un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares.