La formación de nevos melanocíticos, comúnmente conocidos como lunares, está fuertemente influenciada por factores genéticos. Si hay antecedentes familiares de numerosos lunares, es probable que otros miembros de la familia también los tengan.
La exposición a la radiación ultravioleta (UV) es un factor ambiental importante en la formación de lunares. La radiación UV puede estimular a los melanocitos a aumentar la producción de melanina, lo que lleva al oscurecimiento de la piel y la formación de lunares.
Los cambios hormonales durante el embarazo o por tomar medicamentos que contienen hormonas sexuales pueden afectar la actividad de los melanocitos, lo que a veces lleva a la formación de nuevos lunares o al oscurecimiento de los existentes.
Después de una lesión en la piel, el cuerpo puede formar lunares como parte del proceso de curación, en respuesta al daño.
A medida que las personas envejecen, pueden desarrollar más lunares de forma natural como parte del proceso de envejecimiento de la piel.
El tipo de piel también puede influir en la formación de lunares. Por ejemplo, las personas con piel más clara pueden ser más propensas a desarrollar lunares.